La evolución es uno de los factores clave para el vino y junto ella, va
emparejada la conservación. Si un vino está mal conservado no evolucionará de
forma correcta. Por lo general no hay un mal vino. Un tipo de vino nos puede
resultar poco agradable para nuestro paladar pero para el paladar de otra
persona le puede resultar placentero, el momento y la predisposición son
fundamentales para elegir un vino. Por eso el gusto de una persona es clave. Lo
más importante es que el consumidor tenga criterio para decir si esto me gusta,
no me gusta y por qué. Llegar a este punto no es tan difícil como nos hacen
sentir, la clave está en la educación de nuestros sentidos. Debemos identificar
olores, pero ¿cómo?, pues ¡oliendo!
Cuando hablamos de vino hay que tener en cuenta un detalle esencial, estamos
hablando de un producto natural elaborado a partir de la
fermentaciónalcohólica del
mosto que se obtiene de la uva. A pesar de que mucha gente
piensa que los vinos mejoran con el paso del tiempo, no todos evolucionan de la
misma manera. Hay vinos diseñados para disfrutar de ellos durante los primeros
años, vinos que podemos disfrutar de ellos durante varios años seguidos y vinos
que los primeros años son poco amables pero que con los años llegan a su
punto de equilibrio.
Los defectos en el vino no siempre están claros, pueden aparecer de forma
intensa o pueden aparecer de forma sutil.
Los defectos más usuales son:
- Olor
a corcho, similar al del cartón mojado. En contacto con el aire, el olor
se intensifica y a los minutos se hará más evidente.
- El vino está
“picado”. Este es uno de los defectos más usados por los catadores sin
experiencia para definir un vino con algún defecto. El prescriptor es el olor a
vinagre.
- Olor huevos
podridos. Este olor no siempre es un defecto. Con una simple aireación lo
podemos eliminar, si después de un tiempo bien aireado persiste y nos resulta
desagradable, podremos hablar de defecto.
-
Los posos en los vinos. No tiene porque ser un defecto. Un pequeño precipitado en la
última copa o al final de la botella no es un defecto. Con un decantador o una
mano con tiento se soluciona. Este precipitado muchas veces es un factor de
calidad, es un síntoma de que el vino no estuvo sometido a procesos
físico-químicos para estabilizarlo. Estos procesos hacen perder las virtudes
naturales del vino, por supuesto que no son procesos desfavorables para la
salud pero sí son procesos que eliminan una parte importante de la inicial
calidad del vino.
-
El enturbiamiento
de todo el contenido de la botella. Esto puede ser un problema de
refermentación. Esta refermentación si se da de forma descontrolada con el vino
ya embotellado y en el mercado es un problema, debido a una falta de control
por parte de la bodega.
Estas situaciones se dan con poca frecuencia ya que gracias a la experiencia
y a un proceso de elaboración cuidadoso, son cada vez menos frecuentes, pero aún
así es posible que al descorchar un vino nos demos cuenta de que tiene algo
raro. El mejor consejo que podemos dar, es descorchar una botella y esperar a que tome
oxígeno en la copa o en el decantador
y
pasados unos minutos, valorar el vino. ¡Salud!.