jueves, 18 de junio de 2015

De aquellas flores, estos vinos…



Durante el mes de mayo hemos observado grandes cambios en la viña y un gran crecimiento de los pámpanos de la vid. A primeros de mes apenas habían brotado las yemas, y a día de hoy ya se pueden observar las primeras flores, precedidas del desprendimiento del capuchón floral. Este proceso que se conoce como floración, hace una semana que ha comenzado en nuestros viñedos.

Durante este proceso, que sólo dura quince días, observaremos el cuajado del fruto correspondiente a la fecundación del óvulo y consiguiente transformación del ovario en fruto. Dicho cuajado determina el número de bayas (futuras uvas) y durante las siguientes seis semanas, periodo que se conoce como crecimiento de la baya, quedará determinado el tamaño potencial de cada una de ellas y con ello la cuantía final de producción.

Durante este periodo, el control de las distintas variables, en especial la humedad, determinará también la calidad de la cosecha. El tiempo se convierte en un factor decisivo para el crecimiento de la flor, por lo que ahora, lo que más tememos son las lluvias, ya que en este momento la vid prefiere un cálido sol. El clima nublado, frío y húmedo puede provocar problemas en el desarrollo floral y reducir la producción de frutos.

La calidad depende en gran medida del tamaño individual de cada baya, ya que la inmensa mayoría de moléculas que aportarán a los futuros vinos aroma, estructura y color, se encuentran concentradas en el hollejo de la uva, y por tanto la proporción de hollejo frente a pulpa es sumamente importante para definir el vino resultante.

Por todo ello, el cultivo de la vid desde la brotación implica un gran número de operaciones que tenemos que llevar a cabo para lograr el equilibrio del que resultará una magnífica materia prima para nuestros futuros vinos. Las primeras operaciones de eliminación de malas hierbas así como la eliminación de rebrotes y poda en verde, ya se han llevado a cabo en nuestros viñedos y a partir de este momento, el control del estrés hídrico de la planta es fundamental para el perfecto desarrollo de la misma, así como para obtener uvas de gran calidad.

A finales de agosto, tendrá lugar el envero, cuyo nombre designa una serie de cambios fisiológicos muy visibles, pues la baya pasa de color verde a color morado oscuro y da comienzo a lo que se conoce como maduración con acumulación de azúcares, desarrollo de los aromas, adquisición del color y consumo de ácidos.

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