Desde su infancia, a Rodrigo
le atrajo el mundo del vino. Algunos de los mejores recuerdos de su infancia
fueron junto a una parra que su abuelo tenía
en la salida de su casa en el pueblo paterno. Esa parra destinada a
protegerles de los potentes rayos solares del verano hacía sus sobremesas más
agradables y frescas.
Rodrigo es un gran enamorado
de los terruños de la Ribera del Duero. Desde siempre le rondaba por la cabeza
el sueño de trabajar sus propios viñedos y algún día llegar a elaborar su
propio vino.
Tras varios años de
experiencia trabajando como enólogo en otras bodegas, tanto en España como en
otros países, se independizó para poder trabajar los viñedos que había ido
seleccionando cuidadosamente y adquiriendo durante ese tiempo y así realizar su
sueño, elaborar su propio vino.
Su pasión por la viña se refleja en el perfeccionismo con el que la trabaja, aquí es donde reside la base de su éxito; el vino nace en las viñas y sin unas grandes viñas, bien expuestas y con rendimientos equilibrados, no se puede hacer un gran vino. En este sentido, debido a su respeto por la naturaleza, evita al máximo el uso de productos químicos, utilizando sólo productos orgánicos.
Los terrenos de Altos del
Enebro son atípicos al resto, bajos en caliza y ricos en sílice, lo cual
potencia la presencia mineral en el vino. La característica principal que
encontramos en nuestros vinos es la interpretación verdadera de cada terruño,
de aquello que aporta la naturaleza; cada vino recuerda al terreno del que
procede, cada uno tiene su personalidad, pero siempre presidida por el estilo
que Rodrigo le imprime… sin su defensa de la viña y el respeto al terruño, el
trabajo en la bodega no sería tan fácil.
“Cuando seleccionas al máximo todo tu potencial en el campo, cuando
exprimes todo tu saber hacer añada tras añada, cuando tu trabajo es tu pasión, el
resultado es tu propia identidad. Tus vinos sabrán a ti y serán parte de ti”.
Rodrigo González.
No hay comentarios:
Publicar un comentario